En un mundo donde las necesidades sociales y ambientales son cada vez mayores, surge una estrategia financiera que combina beneficios económicos con un propósito superior. Las inversiones con impacto social se presentan como una poderosa herramienta para atraer capital hacia proyectos que transforman comunidades, protegen el medio ambiente y generan valor sostenible.
La inversión de impacto social es la práctica de canalizar recursos financieros a empresas, organizaciones o iniciativas que buscan, de forma deliberada, generar un impacto social y medioambiental positivo además de un retorno económico. Lejos de limitarse a evitar resultados negativos, estas inversiones se centran en crear valor social y ambiental de manera proactiva.
Según la Global Impact Investing Network (GIIN), la clave reside en la intencionalidad y la medición del impacto, combinando objetivos medibles de desarrollo con retornos que van desde la simple devolución del capital hasta rentabilidades similares al mercado.
Aunque existen varios métodos para alinear la inversión con valores éticos o sociales, la inversión de impacto se distingue por su propósito y estructura:
Para que una operación se considere de impacto social, debe cumplir simultáneamente varios requisitos:
1. Intencionalidad: la inversión debe orientarse explícitamente a generar cambio social o ambiental.
2. Rentabilidad económica: los inversores esperan un retorno financiero, que puede oscilar desde la devolución íntegra de la inversión hasta beneficios atractivos.
3. Impacto medible: se establecen indicadores cuantitativos y cualitativos para medir y reportar el impacto, evitando el impactwashing.
4. Diversidad de instrumentos: se emplean activos como deuda, capital, microfinanzas, crowdfunding, bonos sociales y verdes, fondos de impacto y capital riesgo.
El mercado global de inversión de impacto ha mostrado un crecimiento exponencial en los últimos años. Según la GIIN:
En España, la inversión de impacto creció un 58% en 2022 y podría alcanzar el billón de euros en 2034, aumentando su cuota de mercado del 1% al 10%. En private equity, se esperan TIR entre el 4,9% y el 16,5%; por ejemplo, el Gawa Microfinance Fund logró una TIR del 6,34%, mientras algunos fondos de Bolsa Social y Creas han obtenido rendimientos de dos dígitos.
El impulso normativo ha sido clave para consolidar el sector en territorio nacional. En junio de 2024 se creó el Fondo de Impacto Social (FIS), con una dotación inicial de 400 millones de euros. Según el Real Decreto, se definen como inversiones de impacto aquellas que buscan un efecto social o ambiental cuantificable y medible, con un retorno financiero como mínimo igual al capital invertido. Los beneficios obtenidos se reinvierten en nuevas operaciones.
La Bolsa Social, durante 2023, canalizó 13,5 millones de euros en 48 rondas de financiación. Sus resultados incluyen:
• 108 empleos creados para personas vulnerables.
• 819.772 beneficiarios directos de proyectos de cooperación y salud.
• Más de 2 millones de toneladas de agua ahorrada y 33.053 toneladas de CO₂ evitadas.
GSI Fund II apoya pymes de impacto social en España, demostrando que la combinación de solidez financiera y propósito es un modelo escalable.
La inversión de impacto social está transformando la forma en que entendemos el capital. Al alinear retorno financiero con un propósito claro, se generan oportunidades para abordar los grandes desafíos globales y mejorar la calidad de vida de millones de personas.
Invertir con conciencia es una invitación a ser parte de una nueva generación de inversores, dispuesta a medir el éxito no solo en cifras monetarias, sino en el bienestar de las comunidades y la salud del planeta. El momento de actuar es ahora: sumarse a este movimiento puede marcar la diferencia para las generaciones presentes y futuras.
Referencias