En un mundo donde la inflación erosiona su poder adquisitivo y las oportunidades aparecen y desaparecen en segundos, no basta con acumular saldos bancarios. Este artículo explora por qué el capital nunca debe parar, qué implica una gestión activa y cuáles son las herramientas concretas que permiten mantener el dinero en movimiento.
El dinero ocioso en una cuenta corriente genera un coste de oportunidad que, en épocas de inflación, se traduce en pérdida de valor real. Un empresario sabio sabe que el dinero está hecho para estar siempre en movimiento y aprende a reincorporarlo al circuito productivo.
La analogía inmobiliaria ilustra esta idea: mantener un inmueble vacío no genera ingresos. De igual forma, retener capital sin asignarlo a activos o proyectos limita el crecimiento. Es esencial reinvertir sistemáticamente, especialmente en fases de expansión, donde el 80–90 % de los beneficios retorna al negocio.
Cada mes, las empresas deben analizar cuánto dinero hay disponible y reasignarlo según la fase. Esto implica priorizar iniciativas que generen liquidez inmediata o reforzar procesos internos para sostener el crecimiento futuro.
La gestión activa busca superar un índice de referencia mediante decisiones deliberadas de compra, mantenimiento y venta de activos. A diferencia de la gestión pasiva, que replica un índice, la activa se desvía de él para generar alfa y maximizar rendimientos ajustados al riesgo.
Sus características principales incluyen:
El gestor activo, con gran experiencia en análisis y profundo conocimiento del mercado, combina estudios de empresas, ciclos sectoriales y datos macro para tomar decisiones informadas. Requiere dedicar tiempo y recursos superiores a los de la gestión pasiva, pero ofrece:
No obstante, existen retos: comisiones elevadas, variabilidad en resultados y necesidad de evaluar rigurosamente el historial y la filosofía del gestor.
En el ámbito empresarial, McKinsey recomienda la gestión activa de carteras como Plan A para grandes compañías. Renovar constantemente la combinación de negocios aporta unos 3,5 puntos porcentuales adicionales de rendimiento total para el accionista a largo plazo.
Los principios clave son maximizar el flujo de caja libre obtenido por unidad de capital invertido y preguntar siempre: “¿somos los propietarios adecuados de este negocio?” Esto implica:
Para ejecutar una gestión activa eficiente, existen diversas herramientas financieras y corporativas. A continuación, se presentan las más relevantes:
En el plano empresarial, la tecnología y los procesos facilitan la reinversión sistemática:
Finalmente, la disciplina y la gobernanza son indispensables. Entre las buenas prácticas destacan:
Adoptar estas herramientas y metodologías permite que el dinero nunca se quede estático. Al contrario, se convierte en un motor de crecimiento y resiliencia frente a la incertidumbre.
En definitiva, para emprendedores e inversores, mantener el capital en movimiento es una filosofía de vida: significa reinvertir de forma estratégica, seleccionar activamente los destinos del dinero y contar con sistemas que automaticen decisiones clave. Así, cada euro trabaja de manera constante, generando valor y garantizando un avance sostenible en el tiempo.
Referencias